sábado, 5 de marzo de 2016

NEUROGASTROENTEROLOGÍA, LAS EMOCIONES DE LA TRIPA

Nuestro estomago siente mariposas al ponernos nerviosos, se nos hace un nudo en la tripa cuando nos asustamos o nos causa diarrea al llenarnos de miedo. Así, nos damos cuenta de que los pensamientos manifestados en emociones son alimentos: las ideas se digieren, las opiniones se presentan en crudo, los sentimientos a medio cocer y las afirmaciones se tragan.


En 1999, Michael D, Gershon, investigador, profesor y director del Departamento de Anatomía y Biología Celular de la Universidad de Columbia, en Nueva York, publicó 'The second brain' (El segundo cerebro). Gershon ha sido el precursor de una nueva ciencia denominada 'neurogastroenterología', que se ocupa de los síntomas de los trastornos psicosomáticos con expresión gastrointestinal, y los relaciona con el sistema nervioso central.


Según los nuevos datos, la cifra de neuronas que se encuentran en la red del intestino delgado llega a situarse en los 100 millones. «Esta cifra representa un número considerablemente mayor que el de las neuronas de la médula espinal. El cerebro de las tripas es la mayor fábrica responsable de la producción y almacenamiento de las sustancias químicas conocidas como 'neurotransmisores', la mayoría de las cuales son idénticas a las del sistema nervisoso central, tales como la acetilcolina, la dopamina y la serotonina. Son sustancias que regulan nuestro ánimo, bienestar emocional y psicológico y resultan esenciales para la correcta comunicación entre las neuronas y el sistema de vigilancia. Representan a las 'palabras' en el idioma neuronal».



LAS EMOCIONES DE LA TRIPA

La variedad de neurotransmisores en nuestras tripas -destaca Irina Matveikova- es referencia «clara y evidente» de la complejidad y riqueza «del idioma digestivo» y su capacidad de ejercer las funciones neuronales, así como de expresar sus propias emociones.


Uno de los intensos retos que Michael D. Gershon relata en su libro es el de demostrar, ante la comunidad científica, que el 90% de la serotonina, la famosa hormona de la felicidad y el bienestar corporal, se produce y se almacena en el intestino. «Allí regula los movimientos peristálticos y la transmisión sensorial», recuerda Matveikova. «Y solamente el 10 por ciento restante de la serotonina del cuerpo se sintetiza en las neuronas del sistema nervioso central, es decir, en el cerebro superior».

Esa pequeña cantidad de serotonina que se produce en el cerebro tiene una importancia vital para el ser humano, ya que cumple funciones como la regulación del estado de ánimo, a partir de la sensación de calma y bienestar, el apetito, el sueño o la contracción muscular. Interviene además en funciones cogniticas como la memoria y el aprendizaje. «La serotonina es un mensajero de felicidad, gracias al cual las neuronas pueden comunicarse, liberándola y volviéndola a captar, según las necesidades», dice la doctora.


MODIFICAR LOS MICROBIOS INTESTINALES
PUEDE CAMBIAR LA CONDUCTA

Las bacterias intestinales condicionan incluso la personalidad. Un experimento ha demostrado que al inyectar a ratas sanas la microbiota de otras con rasgos autistas, las primeras desarrollaron el mismo comportamiento antisocial. También en humanos se ha comprobado que aquéllos con problemas de conducta tienen diferencias esenciales en la flora intestinal que otras personas sanas. Lo que muestran estos avances es que modificar la capacidad mental humana no sólo puede conseguirse a través del cerebro.

«Cambiar la flora bacteriana intestinal predeterminada puede variar la conducta», afirma el doctor Fernando Carballo, presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva. Un cambio en la dieta para estimular los intestinos podría abrir campos muy interesantes para curar determinadas enfermedades neuronales, cree este experto. De hecho, los trasplantes fecales -sí, existen los donantes de heces-, han demostrado ser más eficaces que algunos antibióticos para curar enfermedades como el colon irritable.

«La interacción entre cerebro e intestino está comprobada y eso abre la puerta al futuro», afirma el doctor Carballo. «Aunque aún queda mucho para que se pueda mejorar la calidad de vida de esquizofrénicos o autistas a través del equilibrio bacteriano».


LOS "SENTIDOS" DE NUESTRO ESTÓMAGO

  • Memoria: La proteína que quema la grasa corporal se encarga también de la memoria; por eso los obesos son más propensos a la demencia.
  • Bienestar: El estado de ánimo se aloja en el estómago, ya que ahí se produce y almacena el 90% de la serotonina, la 'hormona de la felicidad'.
  • Sueño: Cuando relajamos las tripas, nuestras neuronas estomacales producen benzodiazepinas, que relajan e inducen el sueño.
  • Estrés: Ante una emergencia, el cerebro toma energía del intestino. Las tripas se 'rebelan' y envían señales como malestar estomacal.
  • Gula: Las billones de bacterias que se alojan en el intestino eligen sus propios nutrientes para prosperar: a veces son más golosas que tú.
  • Miedo: El pánico hace que el cerebro espante al intestino grueso. Éste ya no dispone de tiempo para absorber líquido y el resultado es diarrea.



FUENTES: Deutsche WelleSalud magazineEl diario montanesEl mundo.



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